El maletín del maestro

Los años dulces 

Hace unos días terminé de leer Sensei no kaban (El maletín del maestro) o como se tradujo al español, Los años dulces. Una edición de mangas compuesta de dos tomos gorditos y que se dejan llevar bien ya que pese a verse voluminosos no son pesados. El dibujo corre a manos de Jiro Tanigushi, e incluso tiene una adaptación a película que seguramente intentaré ver.

El primer tomo se me hizo más rápido de leer que el segundo, también al final de este supe que es una adaptación de la novela Sensei no kaban de la Autora Hiromi Kawakami, en su edición al español, El cielo es azul y la tierra blanca.

                            

(Ambas adaptaciones de nombres me parecen muy malas, el manga todavía suena bien pero el libro fue muy creativo quien lo cambió)

El manga me lo recomendaron como una historia que me encantaría pero a mi la historia no me cautivó tanto como su apartado visual. La historia nos presenta a Tsukiko como una chica diferente a lo que espera la sociedad japonesa y ya entrando a sus 40 se reencuentra con su antiguo profesor que ronda los setenta o poco más y con quien comienza a entablar una relación que se va enseñando a cada página. Él siendo un hombre muchísimo mayor deja notar sus pensamientos respecto a las mujeres, pensamientos que ella acepta como correctos y que a mi personalmente me hacen mucho ruido. Como qué debe decir una mujer, o como se debe comportar una mujer.

La sociedad japonesa tiene una base machista clara y se refleja en la obra, a pesar de lo libre que se presenta al personaje de Tsukiko, ella cae en esas actitudes o tolera algunas de ellas porque son parte de la sociedad, durante la lectura del primer y segundo tomo no me dejó de hacer ruido el ver aquellas pequeñas cosas de la sociedad japonesa. La mujer tiene que hacer x cosas porque mujer, el hombre tiene que hacer x cosas porque hombre.

Esto se refleja muy claro en la aproximación que tiene el personaje Takashi Kojima, antiguo compañero de curso de su infancia, quien se ve con el derecho de llegar a Tsukiko con la intención de tener una relación romántica y claro, ella lo debe aceptar porque sí, porque es lo que se espera de una mujer de su edad y esas cosas de rollos japoneses. Ya en su primera aparición se nota que él se siente con el derecho de coquetear con ella porque es lo que hacen los hombres y bueno ella lo acepta porque es lo que hacen las mujeres, todo en el contexto del pensamiento japonés.

Porque claro es una mujer mayor ¿para qué conocerla si no es para coquetear o tener una relación? ¿para qué intentar conocerla sin una razón extra?. 

Y no será la primera vez que ella se sienta incómoda con Takashi. Dejando aparte sus sentimientos hacia el profesor, Tsukiko se siente incómoda con la situación, se siente extraña, lo expresa y Takashi se ríe de ella, la llama rara, niña e insegura. Ella duda de que todo tenga que ser así, conocer a un hombre, acostarse con él, formar una relación. 

La segunda vez que él se con derecho de llegar y hacer.

Se ve que ella sumergida en el pensamiento machista normativo que existe siente culpa pensando que ha sido una imprudencia de su parte el haber aceptado ir de copas con él. Ella le dice que no siga, que se detenga, él no escucha su petición. Finalmente ella logra despedirse.

¿Tienen que ser así las relaciones?, ella duda por la relación que siente va creciendo con el profesor y duda de sus sentimientos, en un punto de si misma sabe que como mujer puede elegir por sobre lo que le dice la sociedad japonesa que debe hacer.

Es así como la misma historia, quizá sin darse cuenta, te saca de esos roles «correctos» para la sociedad de Japón cuando crea esos momentos de pensamiento. Cuando nos muestra las negativas de la protagonista a lo que debiera decir o ser y nos muestra la relación de una mujer joven y un hombre mayor haciéndolos tener que salirse (en parte) de lo que se espera de ellos, lo que no les una carga muy fuerte que deban superar respecto a lo que se considera correcto.

El manga es un viaje que se hace fácil de llevar es como subirse a un tren y mirar el camino, ver a las personas pasar o escuchar una conversación ajena. Está lleno de cotidianidad, romance y reconocimiento de cada personaje en un viaje en que ambos terminan aceptando su amor y su compañía pese a sus diferencias de vida. 

Al terminar la lectura me quedé con un sabor agridulce, no es una historia que me haya encantado o parecido preciosa, pero si es una historia poco común que está bien y que se sale de la clásica historia de romance. Además que te deja muy bien ese sentimiento de que lo importante es la compañía.

Narrativamente hay cosas que no me agradan como ese impedimento de hablar de los protagonistas, algo muy japonés el no expresarse, haciendo que muchas veces pueda ser cansino en algún punto. A su vez me agrada el como  llevan los pensamientos y las reflexiones de la protagonista que te envuelve muy bien frente lo que va sintiendo por su profesor.

Me gusta ver parte de la sociedad japonesa y su comportamiento. Como por ejemplo el caso del señor de la taberna, la fiesta del cerezo, o cuando están en la exposición. Entrelazado con la historia de los personajes de por medio es algo que le da un extra.

Visualmente me encantó, pues apoya muy bien a la narrativa. Logra hacer que las imágenes quietas se muevan, que se oiga el mar, que se vea el color rosa del pulpo pocos segundos antes de tornarse blanco al cocerse, que el bosque esté vivo y ruidoso a pesar de estar en blanco y negro sobre un papel, que la  comida se ve comible (no necesita ni estar coloreada) y sí que hay escenas de  comida.

Una lectura que recomiendo y que te deja con ganas de leer más de Jiro Tanigushi sólo por el apartado visual que tiene. Y que también me deja con muchas ganas leer algo más de Hiromi Kawakami. (A buscar algún libro suyo que no sea este mismo).